domingo, 29 de enero de 2012

Exposiciones

EUROPA Y LA CRISIS DEL EURO
Las predicciones iniciales sobre el futuro del euro eran sorprendentemente optimistas. Incluso ahora, en medio de la mayor crisis económica desde los años treinta, el dólar ha mantenido su predominio tradicional. Si en algún momento ha habido una oportunidad para que las preferencias se inclinaran a favor del euro, tenía que haber sido tras el colapso de las hipotecas subprime en Estados Unidos.  Sin embargo, incluso en los momentos de mayor pánico, los actores del mercado recurrieron al dólar, no al euro, en busca de seguridad. A medida que la crisis se intensificaba, extendiéndose a la Unión Europea y otras regiones, el dólar subía claramente respecto al euro. 
Existen serias deficiencias inherentes al diseño institucional de la UEM que inevitablemente limitan el atractivo del euro. Entre estas debilidades están las ambigüedades en la gobernanza de la UEM, dado que la moneda única es gestionada por más de un Estado soberano, y un fuerte sesgo anti-crecimiento intrínseco a las provisiones de la Unión Europea referentes a la política monetaria y fiscal. Como rival del dólar, la moneda europea adolece de claras desventajas estructurales.  La zona euro es una construcción artificial, que carece de las claras pautas de autoridad asociadas tradicionalmente con la gestión de una moneda por parte de un solo gobierno nacional. Aunque la Unión si tiene una entidad monetaria central (el Banco Central Europeo), no hay ni un régimen regulatorio común y ni una autoridad fiscal unificada que proporcionen supervisión general. El euro es una moneda sin país, el resultado de un tratado internacional, más que la expresión de un Estado soberano único.  Bajo el tratado de Maastricht, el documento que fundó la UEM, pocas tareas fueron asignadas al BCE para mantener la estabilidad financiera. El principio dominante iba a ser la descentralización o subsidiariedad. La autoridad formal de gestión de crisis se quedaría al nivel de los gobiernos nacionales, al igual que antes de la creación de la UEM.  Hoy en día, con la extensión de la crisis actual, esta amenaza se ha hecho realidad. Se ha demostrado que el acuerdo político necesario es insuficiente. Mientras que el Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos han sido capaces de reaccionar a los acontecimientos de forma decidida y rápida, los gobiernos europeos siguen estando divididos y sin saber qué hacer. La ausencia de coordinación efectiva sin duda ayuda a explicar por qué las preferencias globales todavía no se han inclinado hacia el euro, a pesar de los muchos problemas a los que se enfrenta Estados Unidos. El atractivo de la moneda única aumentaría de manera natural con la construcción de una Europa unida. A la luz de las debilidades estructurales de la UEM, parece claro que hará falta un fuerte impulso público para que el euro cumpla con las aspiraciones de los que lo apoyan. La promoción del papel internacional del euro tendría que convertirse en un objetivo explícito de la política europea. Si no, hasta cierto punto el euro podría ser siempre “la moneda de futuro”, aspirando eternamente a alcanzar el dólar pero, como una línea asíntota, destinado a no llegar nunca a conseguirlo del todo. 

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